sábado, 26 de junio de 2010

Ella estaba recostada sobre su espalda, mientras él la besaba y la recorría ansiosamente con las manos, no cerraba, ninguno de los dos los ojos, parecía una pérdida cerrarlos y no captar todo aquello que estaba sucediendo. Poco a poco el levantó aquél vestido ligero y halló entre sus piernas aquello que había estado buscando, estaba tan palpitante y tan caliente que casi podía compararlo con el galopante latido de su corazón.
Ella comenzó a desabotonar el vestido por la parte del pecho, como pudo zafó su sostén haciendo que sus enormes pechos cayeran a los lados de manera por demás deliciosa. Él continuaba con sus besos, esta vez le quitó el vestido arrojándolo al piso, sólo había algo que le seguía impidiendo la entrada a sus dedos por aquél paraíso, las bragas de la chica estaban completamente mojadas y lo peor de todo es que él seguía vestido ¿pero qué demonios estaba esperando?
Ella se apresuró a tomarlo por el cuello e inició por despojarlo de la playera verde oscuro que le cubría el torso, los músculos estaban bien definidos y era de un blanco hermoso, un pequeño dije colgaba de su cuello, una cruz labrada en un irreconocible material oscuro... pero eso no importaba, ella se llenó de la imagen de su torso desnudo, pero quería ver más, mirar más allá de sus vaqueros de mezclilla azul claro.
Como pudo y con la ayuda de él, le desabrochó el cinturón y poco a poco el pantalón, él quitó la mano de ella con ligereza tomándola como si no quisiera que lo tocara. Se sintió frustrada y al principio luchó para que la liberara, quería tocarlo, ir más allá ¿por qué no la dejaba?
Él tomó sus manos con fuerza, haciendo con una mano la función de unas esposas de hierro, ella tenía los ojos casi como platos, qué bien se veía ese chico sobre de ella. Dejó de pelear cuando sintió en su cuerpo los labios fríos y la rasposa barba del hombre. Fue ahí cuando sí cerró los ojos, la vista le impedía a los demás sentidos concentrarse.
Los aromas de ambos, combinados con los sonidos de las respiraciones agitadas, eran deliciosas, ella sintió como el sol que parecía estar dentro de ella le quemaba con mayor intensidad.
No había notado que él había liberado sus manos, ella las tenía estiradas por encima de la cabeza, cuando quiso abrir los ojos no encontró nada, temió, y se quedó estática, pero lo seguía sintiendo, él seguía ahí, ¿pero donde?.... una almohada cubría su carita, sus manos la sintieron y se quedó quieta intentando pensar ¿acaso él quería matarla? No luchó, le gustaba la sensación, la falta de aire, sus pulmones colapsando a punto de desfallecer, sintió como aquél mundo le daba vueltas, y sus manos caían a los lados de la cama, que ahora le parecía muy pequeñita.


Cuando había decidido luchar ahora por la vida que se le escapaba, con el cuerpo adormilado y

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